La parálisis cerebral es un trastorno que afecta al tono muscular, el movimiento y las habilidades motoras (la facultad de moverse de forma voluntaria y coordinada). La parálisis cerebral suele ser consecuencia de un daño cerebral que ocurre antes o durante del nacimiento del bebé o en los primeros 3 a 5 años de la vida del niño.
El daño cerebral que genera la parálisis cerebral también puede generar otros problemas de salud, como problemas visuales, aditivos y del habla, así como problemas de aprendizaje.
La parálisis cerebral no se puede curar, pero el tratamiento, el uso de equipos especiales y, en algunos casos, la cirugía, pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de los niños afectados por este trastorno.
La parálisis cerebral es uno de los trastornos congénitos (que existen antes del nacimiento o se contraen al nacer) más frecuentes en la población infantil. Aproximadamente 500.000 estadounidenses de todas las edades lo padecen.
Existen tres tipos de parálisis cerebral:
1.La parálisis cerebral espástica, que cursa con rigidez y dificultades de movilidad.
2.La parálisis cerebral atetoide (también llamada discinética), que cursa con movimientos involuntarios y descontrolados.
3.La parálisis cerebral atáxica, que cursa con alteraciones en el sentido del equilibrio y en la percepción de la profundidad.
La parálisis cerebral afecta a la coordinación y al control muscular, de modo que hasta los movimientos más sencillos, como estar de pie, plantean dificultades. Otras funciones vitales que también implican la participación de la motricidad, como respirar, el control intestinal y vesical (o urinario), la alimentación y el aprendizaje también pueden verse afectadas por la parálisis cerebral. Esta afección no empeora con el paso del tiempo.
Causas de la parálisis cerebral
Se desconoce el origen exacto de la mayoría de los casos de parálisis cerebral, pero muchos de ellos son consecuencia de problemas que ocurren durante el embarazo, en los cuales el cerebro se daña o no se desarrolla con normalidad. Estos problemas pueden deberse a infecciones, a problemas de salud de la madre, a un trastorno genético o cualquier otra cosa que interfiera en el desarrollo normal del cerebro. Los problemas que ocurren durante el parto y el nacimiento también pueden ocasionar parálisis cerebral en algunos casos, aunque solo se trata de casos excepcionales.
Los bebés prematuros, sobre todo aquellos que pesan menos de 1.510 g (o menos de 3,3 libras) tienen un riesgo más elevado de padecer parálisis cerebral que los bebés a término; ocurre lo mismo en otros bebés de bajo peso natal y en los que nacen en partos múltiples, como los mellizos y los trillizos.
El hecho de sufrir lesiones cerebrales durante la lactancia o la primera infancia también puede evolucionar a una parálisis cerebral. Un bebé o un niño de menos de tres años puede sufrir daño cerebral a consecuencia de una intoxicación por plomo, una meningitis bacteriana o por recibir una alimentación inadecuada, al ser zarandeado cuando solo era un bebé (síndrome del bebé sacudido) o por sufrir un accidente de tráfico sin llevar una sujeción adecuada.
Fuente: Medlineplus
martes, 25 de febrero de 2014
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